Evaluación ambiental poscrisis

Las evaluaciones en terreno de los impactos ambientales de la crisis en la salud humana, los medios de subsistencia y la seguridad forman el centro de las operaciones de gestión de desastres y conflictos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). A través de su Unidad Conjunta para el Medio Ambiente con Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, el PNUMA moviliza y coordina la respuesta internacional a emergencias y la identificación de los riesgos ambientales causados por conflictos, desastres y accidentes industriales.

A petición de los gobiernos nacionales, el PNUMA está disponible para llevar a cabo evaluaciones ambientales poscrisis basadas en el trabajo de campo, análisis de laboratorio y tecnología de última generación. Estas evaluaciones identifican los principales riesgos ambientales para la salud, los medios de subsistencia y la seguridad y formulan recomendaciones a las autoridades nacionales sobre cómo resolverlos.

En casos concretos, el PNUMA despliega asesores ambientales de campo en emergencias que apoyan todo el sistema humanitario para responder de una manera que fortalezca la gestión ambiental y evite mayores daños a los ecosistemas y los recursos naturales.

En América Latina y el Caribe desde 1994, el PNUMA y la Oficina de Asuntos Humanitarios han respondido a situaciones de emergencia en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, México, Paraguay, Perú, Surinam, Islas Turcas y Caicos, Uruguay y Venezuela.

Guatemala:

Ocurrieron dos acontecimientos sucesivos, donde un número significativo de peces muertos fueron encontrados en el río La Pasión, en la región de Petén de Guatemala en el año 2015. Había dos hipótesis relacionadas con la causa de la muerte de los peces: la contaminación por plaguicidas o el agotamiento de oxígeno causada por los residuos orgánicos, o una combinación de ambos. La presunta fuente de contaminación era un complejo industrial local.

18 comunidades y 6475 personas se vieron afectadas por la emergencia. Las comunidades dependen del río no sólo para el agua de autoconsumo, sino también para la pesca artesanal, lo que significa que la emergencia ambiental tuvo consecuencias  económicas, nutricionales y de salud para la población de Petén.

La misión de evaluación de emergencia ambiental desarrolló e implementó un programa de muestreo. Se recolectaron y analizaron muestras de agua y sedimentos con  una amplia gama de pesticidas (organofosforados, organoclorados y piretroides). La muerte a gran escala de la vida acuática en el río fue causada probablemente por una combinación de sustancias tóxicas, así como de aguas residuales con una alta demanda de oxígeno.

La misión recomendó que la respuesta de emergencia continuara con la distribución de agua hasta que se hayan identificado fuentes de agua potable para todas las comunidades afectadas. Las conclusiones de la misión se utilizarán para apoyar el desarrollo local y las políticas ambientales para reducir el riesgo de una emergencia similar en el futuro.

Argentina:

A raíz de la erupción del complejo volcánico Puyehue-Cordón Caulle en Chile y el depósito de materiales volcánicos a una superficie de alrededor de 74.000 km² en Argentina y Patagonia, Argentina solicitó la cooperación técnica para la evaluación de los riesgos de la población y el medio ambiente en el año 2011.

Se desplegó una misión de cooperación técnica conjunta con Bélgica bajo la dirección de la Unidad Conjunta de Medio Ambiente para trabajar con las autoridades argentinas. Cuatro expertos provenían del Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea. La misión llegó a la conclusión de que el material volcánico depositado era un grave peligro para las vidas y medios de subsistencia. El equipo recomendó una evaluación de riesgo toxicológico completa de material volcánico y establecer un sistema integral de monitoreo de aire, agua y suelo.

Haití:

El PNUMA estaba ya en el lugar cuando el terremoto azotó a Haití en 2010. La organización comenzó a apoyar los esfuerzos del gobierno para inspeccionar edificios públicos en cuanto a su seguridad o la necesidad de demolición hasta que el Ministerio de Obras Públicas fue capaz de asumir la tarea. El PNUMA pudo entonces comenzar a realizar evaluaciones ambientales rápidas para identificar el impacto sobre los recursos naturales tanto del terremoto como de la gran operación humanitaria que la comunidad haitiana e internacional estaban implementando.

Los problemas de salud ambiental se centraron en: dificultades con la recogida y eliminación de cuerpos humanos; problemas de eliminación de desechos médicos; la eliminación incontrolada de residuos sólidos, con muchos vertidos de basura ilegales; problemas de saneamiento en los campamentos para personas desplazadas; falta de soluciones aceptables para la eliminación o tratamiento de los desechos humanos tomados de los campamentos y las zonas urbanas, dando por resultado el libre vertido de desechos al aire libre cerca de barrios con mucha población.

Los problemas de explotación de los recursos naturales involucrados: aumento de  la deforestación de madera para construcción, para leña y carbón vegetal; destrucción generalizada de las zonas urbanas con vegetación por incontrolados asentamientos de desplazados; proyectos de reconstrucción aprobados y financiados sin ninguna forma real de evaluación de impacto ambiental.

La sensibilización de los temas era una tarea importante. El PNUMA publicó y distribuyó una evaluación ambiental rápida. El público objetivo principal  era la comunidad humanitaria, que en aquel momento consistía en más de 800 organizaciones activas. Los informes fueron pioneros en algunos aspectos como la clasificación del desempeño medioambiental de las actividades de ayuda y recuperación. 

Otras actividades de respuesta a emergencias ambientales en Haití:

La gestión de residuos de desastres: para reducir el riesgo de contaminación química y la contaminación bacteriológica, el PNUMA, junto con la Organización Mundial de la Salud y el Servicio Metropolitano de Recolección de Residuos Sólidos (SMCRS) trató de gestionar los problemas derivados de los desechos médicos tras el terremoto.

En consecuencia, se prestó asistencia en la gestión de los desechos médicos al Gobierno de Haití a través de expertos en medio ambiente y en colaboración con la Agencia de Contingencia Civil sueca. Durante la fase de emergencia, también se estableció un comité para coordinar las tareas de emergencia y la gestión del vertedero Truitier, así como para proporcionar asesoramiento y recomendaciones sobre la reurbanización del sector de gestión de residuos. En términos prácticos, se recolectaron desechos médicos de 25 hospitales y centros de salud ubicados en la zona, y se escavó el vertedero Truitier para enterrar los desechos médicos y los excrementos. Para ayudar con este trabajo crucial, el PNUMA proporcionó a SMCRS equipo de seguridad, incluyendo botas, overoles, guantes, cascos, contenedores de basura, bolsas de plástico, gafas y máscaras, para minimizar los riesgos de salud y seguridad de las personas que llevaron a cabo el trabajo.