10 Oct 2019 Reportaje Energía

Ciudades que se refrescan con soluciones limpias y amigables con el clima

La vida siempre ha sido más caliente en las ciudades. El concreto que absorbe y irradia la luz solar, y la concentración de personas, automóviles y maquinarias aumentan las temperaturas. Por esta razón, las urbes son entre 5°C y 9 °C más cálidas que las áreas rurales.

Esto ha llevado a su vez a un veloz crecimiento en la demanda de unidades de aire acondicionado. El consumo de energía de estos aparatos ha impulsado aún más el aumento de temperaturas y de emisiones de gases de efecto invernadero.

Las ciudades y sus habitantes seguirán tomando medidas para mantenerse frescos, en especial frente al aumento en la frecuencia y la intensidad de las olas de calor, que afectan gravemente el funcionamiento de las ciudades y la salud de sus ciudadanos.

El aumento de las temperaturas contribuye a las muertes relacionadas con el calor y la reducción de la productividad de laboral (estimada en 2,2% horas de trabajo perdidas en todo el mundo en el año 2030). Para 2050, 1.600 millones de personas podrían enfrentar temperaturas máximas promedio de verano de 35 °C -aproximadamente 1.400 millones más personas que hoy-.

Necesitamos mejores formas de mantenernos frescos.

"Alrededor de 40% de la energía consumida por los edificios en todo el mundo se usa para calefacción y refrigeración de espacios", dice Martina Otto, quien dirige la secretaría de la Alianza Global de Edificios y Construcción (GlobalABC) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

"La refrigeración de espacios se encuentra entre los usos finales de edificios de más rápido crecimiento. A medida que suben las temperaturas, crece la población y mejoran los niveles de vida, necesitaremos una multiplicidad de soluciones para proporcionar confort térmico y proteger la salud humana", añade.

Los sistemas de refrigeración activa deben ser más limpios y eficientes mientras diseñamos edificios con una refrigeración pasiva e incluimos soluciones basadas en la naturaleza en edificios y espacios públicos urbanos. Necesitamos pasar de la noción de enfriamiento del espacio a una noción de confort térmico.

Ciudades que ya comienzan a dar resultados

Hay esfuerzos globales y locales para abordar la eficiencia energética y el impacto climático del sector de refrigeración, en particular a través de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal. Estas acciones pueden marcar una gran diferencia, y las ciudades pueden hacer todavía más.

La Coalición para la Refrigeración Limpia y Eficiente (Cool Coalition), una red global que conecta a más de 80 socios, promueve una rápida transición global hacia un enfriamiento eficiente y amigable con el clima. Trabajará con la asociación de ciudades C40, que tiene más de 90 miembros, y la alianza GlobalABC, para compartir experiencias e integrar el enfriamiento urbano en sus planes de acción climática.

Al implementar estrategias de enfriamiento limpio, las ciudades no solo pueden reducir la demanda de este servicio, sino también alinear sus políticas con otras áreas de importancia, como la calidad del aire, la salud pública y la resiliencia energética.

Las ciudades están trabajando en soluciones innovadoras, como la ampliación de las iniciativas de enfriamiento de distrito, techos y fachadas verdes, y paisajismo urbano con soluciones basadas en la naturaleza, como los corredores verdes, una oferta bien articulada de espacios públicos.

"Las ciudades juegan un rol fundamental que desempeñar en la búsqueda de un enfriamiento eficiente y limpio", dijo David Aitken, director de Innovación en el Carbon Trust, aliado de Cool Coalition.

“En su papel de facilitadores, autoridades de planificación, propietarios de activos y gestores, los gobiernos locales tienen muchas formas de influir en la forma en que se produce y consume el enfriamiento”, añadió.

Y hay ejemplos de esto en todo el mundo.

Después de la ola de calor de 2010, Ahmedabad, en India, desarrolló un plan de techos fríos y estaciones de refrigeración. Desde 2013, la ciudad ha evitado un estimado de 1.100 muertes por año y ha servido de piloto para otras 30 ciudades en India que ahora han lanzado o están desarrollando su propio plan de enfriamiento.

Como parte de su compromiso con el Acuerdo de París, Melbourne, en Australia, apuesta por soluciones basadas en la naturaleza. El objetivo es reducir la temperatura de la ciudad 4°C al plantar cada año 3.000 árboles que proporcionan sombra, reflejan la luz solar y liberan humedad en el aire a través de sus hojas.

Copenhague, en Dinamarca, utiliza agua de mar en su sistema de refrigeración de distrito, reduciendo las emisiones de CO₂ en hasta 30.000 toneladas por año. El objetivo es ampliar aún más el sistema refrigeración de distrito y contribuir a la meta de la ciudad de convertirse en carbono neutral para 2025. Otras iniciativas en Copenhague incluyen techos verdes para edificios municipales y un laboratorio inteligente de energía de la ciudad que demuestra cómo la electricidad y la calefacción, los edificios de bajo consumo y el transporte eléctrico pueden integrarse en un sistema optimizado.

Techos fríos y nuevos materiales, cada vez más populares

Los techos fríos están ganando terreno a nivel mundial. A través de su iniciativa CoolRoofs, la ciudad de Nueva York ya ha pintado más de 5 millones de pies cuadrados de techos con un revestimiento reflectante. Mientras tanto, la alianza mundial Cool Cities ha lanzado el desafío de un millón de techos fríos, una competencia global que contempla US$ 2 millones para ampliar rápidamente el despliegue de techos reflectantes en los países en desarrollo.

Los techos y fachadas verdes proporcionan aislamiento térmico y ayudan a limpiar el aire, pues atrapan partículas. También ofrecen oportunidades para la agricultura urbana y el tratamiento de aguas residuales en el sitio.

Los materiales de construcción de base biológica, que tienen un impacto climático más bajo que el hormigón y almacenan menos calor, también ofrecen un potencial real para mejorar las paredes perimetrales de los edificios.

Si bien el concreto es una opción, su producción es extremadamente intensiva en energía: de 8% a 10% de las emisiones mundiales de CO₂ provienen del cemento.

"Las alternativas como los materiales de base biológica se utilizan cada vez más y pueden ayudar a reducir los impactos ambientales, al tiempo que proporcionan la masa térmica deseada", dijo Kurt Shickman, director ejecutivo de la alianza Cool Cities.

Está claro que las ciudades tienen un amplio menú de opciones para elegir. Pueden predicar con el ejemplo a través de contrataciones sostenibles en sus propios edificios, emitir estándares de desempeño, usar su autoridad de planificación y establecer alianzas con el sector privado. Al aprovechar estas alternativas, los gobiernos locales pueden reducir el calor en las ciudades y ayudar a encaminar al mundo hacia un futuro más fresco.