Los sistemas alimentarios están íntimamente relacionados con la salud humana, animal, económica y ambiental. En la tierra y en el mar, nuestros sistemas alimentarios y de agua dulce dependen de los recursos naturales, pero el crecimiento de la población, los cambios en las dietas derivados del aumento de la riqueza y la contaminación relacionada con la agricultura están degradando los recursos naturales más rápido de lo que estos pueden reproducirse. Nuestro sistema alimentario también es responsable de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero provocadas por el hombre.

Se prevé que la población mundial alcance los 10.000 millones en 2050. Para garantizar que haya suficientes alimentos seguros, saludables y asequibles, debemos realizar cambios significativos en la forma en que cultivamos, producimos y transportamos nuestros alimentos.

El mundo gasta alrededor de US$ 1 millón por minuto en subsidios agrícolas. La reorientación de estos subsidios, la inversión y los incentivos hacia la producción sostenible y regenerativa de alimentos terrestres y marinos puede satisfacer las necesidades nutricionales de las generaciones actuales y futuras.

La agricultura sostenible es aquella que garantiza la rentabilidad, la salud ambiental y la equidad social y económica. Es amigable con el ecosistema y sustenta mayores niveles de biodiversidad al restaurar hábitats naturales vitales. La agricultura sostenible también es climáticamente inteligente. Utiliza 56% menos de energía por unidad de cultivo producido y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en más de 60% por hectárea, en comparación con la agricultura convencional.

La producción de alimentos sostenible mejora la seguridad alimentaria y contribuye al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellos el de Hambre cero.

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